Las experiencias gastronómicas son otra manera de contar la historia del pueblo judío . De eso trata el proyecto Sabores de Sefarad en rescatar el patrimonio intangible que supone la cocina judeoespañola. En cierta ocasión hablando con el profesor David Gitlitz nos dijo que para contar la historia del pueblo hebreo era necesario saber de cocina y de lo que se debe o no comer en la mesa (sobre todo si se trata de fiestas), cocina, religiosidad y las diásporas de cada familia están presentes en la mesa. Qué mejor manera para contar la historia de los 14 siglos de permanencia de comunidades judías en Sefarad que llevarlo y contarlo en la mesa, rodeados de vino, viñas y manjares diversos.
Durante nueve días en tres fines de semana casi doscientas personas han podido degustar 17 komidikas diferentes en cada almuerciko, una muestra de las mejores recetas de la cocina sefardí, así como las explicaciones de Javier Zafra mostrando la complejidad de la Gastrosimbología implícita en las recetas, presentaciones, moldes, colores, cerámicas, etc…
Los almuerzos que hemos servido cumplen los preceptos judíos y además se crearon como recuerdo a los que se hacía después de asistir a la sinagoga en Sabat, como recuerdo a los guisos tradicionales como la Adafina y los huevos haminados que se servían en dicho almuerciko.
Para ver el documental que grabó Cadena Diez TV Úbeda: https://youtu.be/T98JfhbaF9o?si=JxUhkw7zKgVue6ys
Presentar esta experiencia en Úbeda en el entorno de “El Huerto de Sefarad” ha sido un verdadero honor para el proyecto Sabores de Sefarad. Dicho huerto está emplazado en un lugar privilegiado, entre la Puerta de Granada (una de las puerta principales de acceso a la Úbeda medieval) y la Puerta de los Baños (que daba acceso a la judería ubetenses), pues bien entre dichas puertas se encuentra un extenso huerto o vergel en el que se cultivan todo tipo de hortalizas, lo curioso es que dicho lugar bien pudo ser un “huerto judiego”, primero por la cercanía a la judería, segundo por lo bien protegido que está y estaba (entre la muralla de la ciudad y los adarves) y en tercer lugar por el manantial de aguas limpias que nace entre las rocas del lugar. La familia Crespo de Úbeda ha creado este espacio al que han denominado «Huerto de Sefarad» como parte de su compromiso con la cultura de la ciudad de Úbeda y como parte de su mecenazgo para dotar a la ciudad de una interpretación holística de la vida medieval judía. El huerto es la segunda despensa de la casa judía, dichas casas se interpretan en el espacio musealizado que crearon denominado la «Plazuela de la Judería» que junto al Centro de Interpretación de la «Sinagoga del Agua» cierran la gran inversión y esfuerzo por interpretar el patrimonio judío de Úbeda.
Sabemos que los huertos (o vergel) con características similares al de Úbeda (como el de Huesca) que eran destinado al cultivo de viñas, las llamadas «viñas judiegas», el vino elaborado con ellas era vendido a alto precio y las ganancias eran donadas a la sinagoga para destinarlo a la caridad para las viudas y los huérfanos, así como al hospital judío.
La experiencia gastronómica ha sido catalogada como una inmersión cultural total, ya que no solo degustaron las numeras komidikas sino que también el director del proyecto gastronómico Sabores de Sefarad narró las singularidades de dichos platos lleno de símbolos e ingredientes simanim.